top of page

Marta


– ¿Dónde está el abuelo?-, preguntaba todas las veces que entraba por la tienda de ultramarinos, esquivando a las señoras que me tiraban de la mejilla y le decían a mi abuela lo grande que estaba.

– Estará donde los caballos o recogiendo hierba o vete a saber-, respondía mi abuela. Inmediatamente, me marchaba en su búsqueda, preguntando por Pepe a cualquiera del pueblo, y enseguida lo encontraba.

Me encantaban los veranos en casa de mis abuelos, y es que imaginaros lo divertido que era andar todo el día de aquí para allá. O bien había que ir a apañar patatas o a ponerle las pinzas a fulanito porque se le acabó la batería, o ayudar a un ternero a nacer. Siempre llegábamos llenos de mierda y mientras mi abuela nos reñía, nuestras miradas cómplices se cruzaban. Los días más tranquilos íbamos a montar, preparábamos los caballos y nos perdíamos en el monte. Cuando pasábamos algún pueblo, la gente nos saludaba y me sentía orgullosa de ser nieta de aquel hombre con sombrero.

Mi abuelo es un hombre inquieto por naturaleza, con muchos amigos de todas las edades y siempre dispuesto a ayudar a cualquiera, de fácil palabra y con un carisma innato, que ya me gustaría haber heredado. Ha sido zapatero, camionero, y sobre todas las cosas es caballista, como él dice. La mayoría de fotos que tenemos, son sobre un caballo. Cuando era pequeñita me montaba encima de él hasta que me enseño, y es que esa pasión de mi abuelo por los caballos es cuanto menos peculiar.

De él no heredaré nada material de valor, además de una casa vieja y grande, con los mostradores de lo que fue una tienda de ultramarinos en la primera planta y una trastienda llena de zapatos de los años 50. Múltiples tierras y pequeñas viñas, que han heredado de sus padres o han comprado con gran esfuerzo para dejarnos a nosotros. Aunque alguna vez le he comentado que no necesitamos que compre ninguna tierra, no me ha hecho ningún caso y ha dejado el tema, porque también cabezón es un cuanto.

Pero él no sabe que la herencia que realmente tiene valor para mí, son los recuerdos de esos veranos, son los recuerdos que sigo construyendo los sábados que salimos a montar o las romerías a las que vamos juntos con los caballos y amigos, que terminan en largas comidas en el campo. Es el amor a los animales y a la naturaleza y el respeto a nuestro origen, antepasados y a la tradición, aquello que realmente heredaré. Esa filosofía de vida, donde las cosas importantes son la familia y la gente que nos rodea, donde ayudar a los demás no es una opción, donde el compromiso es necesario y donde lo importante es ser feliz a pesar de las dificultades.

Por suerte y aunque muchas cosas han ido cambiando, todo lo importante sigue igual y ojalá nunca cambiara, ojalá mi abuelo cuidara de sus caballos siempre.


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page