Iris M

Este es uno de mis materiales que pertenecen a mi patrimonio personal. No es el único, pero sí el que quiero compartir.

Esta piedra es una amatista. Me la regaló mi madre en uno de nuestros viajes familiares a Brasil. Para mí es muy especial, pues sé que para ella no es únicamente una piedra. No me la regaló por su color, sino por todo lo que esta conlleva. La amatista no es una piedra cara, pero no es su valor lo que la hace diferente. Es considerada piedra espiritual por experiencia y sus propiedades pueden influir positivamente en muchos aspectos de nuestra vida. Es conocida por representar la paz, por sus propiedades energéticas y por sus poderes de invasión al alma y la mente.

Esta piedra contiene diversas propiedades energéticas. Entre ellas, la curación para tratar algunas enfermedades pulmonares y respiratorias. Por genética, parte de mi abuelo paterno, desde que nací he tenido problemas respiratorios; por los cuales, me pasé prácticamente mis dos primeros años de vida ingresada en un hospital (por bronquitis).

Por otro lado, mi madre es una persona muy familiar. Aunque sea bastante joven como ella dice es ‘‘de las de antes’’ y considera que su familia va por delante y por encima de todo. La amatista, según se dice; mejora la unión familiar, mejorando las relaciones en el ambiente familiar, haciendo crecer la armonía y favoreciendo un ambiente más tranquilo.

Además de todo esto, la amatista es una piedra que nos ayuda a superar el bloqueo y los obstáculos, adversidades que se nos puede plantear a lo largo de nuestras vidas.

Por estos motivos, y más el poder sentimental que representa para mí, esta piedra me ha acompañado desde que me la regaló mi madre. En mi casa, en Valladolid, durante mis exámenes… Pues para mí, es de las tres cosas imprescindibles de mi patrimonio personal que me acompañan cuando necesito un pequeño impulso.