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Mikita Chikita


Voy a contar la historia sobre el patrimonio más significativo de mi vida. Mi patrimonio es el anillo adjuntado en este correo. Este anillo significa muchísimo para mí, sentimentalmente hablando. Desde el año 2012, concretamente en Agosto, inicié una relación sentimental con un chico. La diferencia de las relaciones convencionales y la nuestra, es que nos separaban 614 kilómetros. Imagina la situación, dos chicos adolescentes, con 14 y 15 años, afrontando una relación que llegaba desde Madrid hasta Málaga. Se trataba, como decía mi padre, de una relación sin futuro, sin contacto, sin siquiera considerarse relación. Pasaron los años, y como en la vida misma, la gente cambia, el entorno, los conocimientos, pensamientos, gustos, aficiones... Pero dicha relación no cambió. Es irónico decir que se tratase de una relación cuando jamás nos habíamos visto en persona, pero ambos sentíamos que toda espera tendría su recompensa, o al menos, eso esperábamos con ansias. Llegó el año 2017, y con él, la mejor época de toda mi vida. Yo ya tenía 19 años, ingresos propios y tiempo libre para poder realizar ese viaje tan esperado por parte de los dos. En el otro extremo se encontraba él, con sus 20 años y las mismas ganas de vernos que tenía yo. Por fin llegó el día. Recuerdo a la perfección de que se trataba del 26 de Enero. Ese día cogí el bus decidida a cambiar nuestras vidas, y señalar la verdad sobre nuestra relación. Con señalar la verdad me refiero a que por fin la sociedad nos consideraría como una pareja real, y no el dicho de "Amores a distancia, felices los cuatro". Cuando llegué a Málaga no pude ser más feliz. Bajé del bus y ahí estaba, y por fin, estábamos juntos. Pero, como siempre, todo lo bueno tiene un final, un capítulo que cerrar a la espera de abrir nuevos, viajes de los que regresar, tareas a las que atender... En definitiva, volver a la única vida real que habíamos soportado durante 5 años. El día de la despedida fue, probablemente, uno de los más duros de mi vida. Recuerdo cuando paseábamos por la playa haciendo de los momentos infinitos, y en una milésima de segundo, al recordar la vuelta a casa, el tiempo comenzó a volar. Antes de irme, mi pareja me pidió ir a dar una vuelta por el centro, por aquel parquecito situado entre dos carreteras que me parecía sumamente acogedor. Después de un largo camino a pie, decidimos sentarnos en un banco de ese parque, y poder disfrutar del último día en el que estaríamos en compañía el uno del otro. Entonces ocurrió. Él me agarró la mano, y en mi dedo anular depositó el anillo. Probablemente la gente pensará que es un anillo normal, pero ese anillo para nosotros significa algo más importante. Es un anillo depositado como un recuerdo, para que cada vez que lo mire, a pesar de estar a 614km, nos sintamos cerca, y desde entonces, ambos sabemos, que siempre, de una manera u otra, estaremos juntos.


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