Claudia R
Se trata de una pulsera, pero no una pulsera cualquiera. Un día, cuando tenía 12 años, iba
caminando por el centro de la ciudad con mi mejor amiga y su madre, y nos quedamos
mirando un escaparate, donde vendían este tipo de pulseras. Su madre nos la regaló, una a
cada una. Después de unos años, al perder relación con esa chica, me la quité. Hace tres años,
la madre de esa chica murió, de cáncer, el día de su cumpleaños.
Desde ese día retomé la relación con mi amiga.
Desde ese día no me quito la pulsera.